EL DUENDE PARTICULAR: Relato
Al doblar la curva del río, entre la espesura de hayas, hay una gran piedra plana, redonda, semiroída en uno de sus cantos. Sentado en ella, apoyado sobre la cagiga milenaria puede contemplarse el río. El agua juega y arremolina espuma entre los surcos de las rocas enmohecidas. Un hilo de luz se asoma por el techo de hojas y, desde arriba, dibuja un arcoiris en la orilla, un manto multicolor que envuelve al hada del arpa, que danza y deja bailar sus dorados cabellos al sol, rodeada por un séquito de diminutos duendes, numerosos y curiosos, que se acercan y rodean la gran piedra plana. Algunos, de nariz arrugada, son feos y se esconden detrás de los árboles. El más bello se acerca y mueve los labios. No me habla, pero le escucho y, mientras se acompaña de suaves movimientos y ademanes delicados, me explica que lo veo porque soy niño. Se llama Particular, respondiendo a mi pregunta y continúa explicándome que él es el duende que me corresponde. Sí, de acuerdo al carácter de cada uno nos acompaña uno u otro duende y, por un instante, suspiro aliviado de que no sea uno de los que se ocultan tras las peñas. Con gestos elegantes se da prisa en aclararme que no somos niños siempre, que luego crecemos y es natural que así sea, pero que perdemos el alma niña y nuestro espíritu queda enturbiado por el tiempo. Después, un día, cuando contamos el secreto desaparece finalmente el hechizo.
Aún resuena el eco del duende en mis recuerdos. A la entrada del río, hoy, un cartel de grandes letras se anuncia: "Se Vende Finca Particular" Lleva ahí tantos años como los que yo anduve fuera del hogar. Ahora sé que no existe riqueza alguna capaz de comprar lo que ese bosque esconde. Y si lo hubiera, andaría igualmente sobrado de ignorancia al desconocer el verdadero valor de tesoro tan incalculable.
Hoy espero al otro lado del puente y, desde la orilla, a veces veo llegar algún niño que regresa por el camino vecinal, junto al río. No parecen ni tristes ni alegres Son sólo niños, verdaderos niños que el río contempla a su paso.
Aún resuena el eco del duende en mis recuerdos. A la entrada del río, hoy, un cartel de grandes letras se anuncia: "Se Vende Finca Particular" Lleva ahí tantos años como los que yo anduve fuera del hogar. Ahora sé que no existe riqueza alguna capaz de comprar lo que ese bosque esconde. Y si lo hubiera, andaría igualmente sobrado de ignorancia al desconocer el verdadero valor de tesoro tan incalculable.
Hoy espero al otro lado del puente y, desde la orilla, a veces veo llegar algún niño que regresa por el camino vecinal, junto al río. No parecen ni tristes ni alegres Son sólo niños, verdaderos niños que el río contempla a su paso.
*"Es Una Colección de Cuadernos Con Corazón", (c) Luis Tamargo.-
http://leetamargo.mybesthost.com/elduendep.htmnull
10 comentarios
Corazón... -
Bonito relato, había escuchado sobre los duendes, pero nunca me había puesto a pensar en el mío... ¿Qué será de él... a dónde andará? Anda Lee, me has hecho pensar ;) cosa que no se me da muy bien...
Me ha encantado, saludos y feliz domingo!
;o)
LeeTamargo -
SUERTE, AMIGA: LeeTamargo.-
LeeTamargo -
GRACIAS A TI:
LeeTamargo.-
_Mary_ -
Saludos desde México, querido amigo, excelente relato.
LeeTamargo -
GRACIAS, AMIGA LeeTamargo.-
Brisa -
LeeTamargo -
SALUDÁNDOTE, ME:
LeeTamargo.-
LeeTamargo -
TE SALUDO: LeeTamargo.-
me -
lol
besitos de niñas malassss
Lyzzie -
Yo si hay algo q no quiero dejar escapar nunca es mi alma de niña ;)! Besos!