LEER, LEER Y LEER...
Las tres últimas lecturas en las que he andado ocupado me sirven para repasar, de forma breve, tres estilos, tres autores y modos de vivir: “Jubiabá”, de Jorge Amado; “Las tribulaciones del joven Törless”, de Robert Musil; e “Hijo de hombre”, de Augusto Roa Bastos. He ahí una breve semblanza:
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Jorge Amado ambienta “Jubiabá”, igual que muchas otras de sus obras, en la vida de Bahía, su ciudad natal. Es un observador que, desde un realismo comprometido, describe la magia de la gente humilde. Narra la historia de un negro boxeador, descendiente de los primeros negros nacidos en América, no muy lejanos de los antiguos esclavos, que sufre las mismas desigualdades sociales que le unen a los personajes que desfilan por la novela, hijos de esclavos, de la pobreza y la discriminación. Al mismo tiempo asistimos a un análisis antropológico de los ritos y celebraciones de una cultura que se niega a desaparecer; resulta especialmente interesante la descripción de la ceremonia de una macumba. Todo ello con el estilo ameno y humano de la prosa de Amado, que sabe pintar sentimientos y situaciones, que se deja leer fácil y disfrutar con avidez.
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Grata sorpresa descubrir al Robert Musil de “Las tribulaciones del estudiante Törless”. Nos presenta los problemas de la adolescencia del joven Törless, que abandona su familia para ir al internado de una escuela militar. La nostalgia y la soledad le crean un dilema interior, que resuelve entregándose al placer de escribir. Dentro del hermetismo del ambiente militar que caracterizaba aquella época histórica, los jóvenes dudan, se relacionan y transgreden los límites de una moral cerrada. Musil aprovecha para describir los estados íntimos del hombre en forma de filosofía y espiritualidad, que extrañan por su madurez y elaboración, tratándose de unos jóvenes. La prosa sorprende por su claridad, limpia y estructurada, en la exposición y desarrollo de los sentimientos, que analiza y razona; y en la expresión de los pensamientos, lúcida, que hace cómoda su lectura.
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En “Hijo de hombre”, Augusto Roa Bastos pone en boca del narrador los recuerdos de Itapé, lugar donde nació; y de sus gentes, con fama de herejes, como así lo atestigua la leyenda del Cristo del cerro, clavado en la cruz negra. En forma de diario relata la guerra del Chaco, contra los bolivianos, que tan profundamente marcó a la sociedad paraguaya. Las vidas individuales de los personajes que se suceden describen una realidad social injusta y la convulsión política que azotaba al país en aquel tiempo. La lectura se torna dificultosa en ciertos tramos, estos personajes surgen y desaparecen a lo largo de la novela en varias ocasiones. Las palabras y expresiones guaranís, con sus giros y matices naturales, tienen difícil traducción al castellano, pero Roa Bastos las intercala en un intento de aunar ambos idiomas, al menos en ese experimento lingüístico, del que se muestra un experto y conocedor único. Merece la pena seguirle entre descripciones, costumbres y paisajes de un pueblo del interior como en el que se crió; del todo recomendable.
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Luis Tamargo.-¡ FELICES LECTURAS, AMIGOS/AS !
http://entrerenglones.blogspot.com
14 comentarios
LeeTamargo -
OK, SALUDOS: LeeTamargo.-
LeeTamargo -
SALUDÁNDOTE: LeeTamargo.-
Juan Carlos Guerrero -
Saludos Tamargo.
Eliza -
LeeTamargo -
LeeTamargo.-
LeeTamargo -
GRACIAS, AMIGA: LeeTamargo.-
LeeTamargo -
TE SALUDO: LeeTamargo.-
LeeTamargo -
LeeTamargo.-
LeeTamargo -
LeeTamargo.-
noemi -
Un abrazooo
alma -
Corazón... -
Gracias por la recomendación, de entrada las tres obras parecen interesantes, aunque sinceramente toda las lecturas lo son y enriquecedoras :)
Buen día, saludos.
;o)
Zuriñe -
Trini -
Un abrazo,Lee