ESCRITORES DE HOTEL
Si leer es viajar, del mismo modo un libro puede ser el refugio donde descansamos de las ocupaciones, del paseo o de la excursión, de la ruta o rutinas que nos llevan y nos traen, dejándonos exhaustos de aprender, enganchados a un goce sin igual, que nos permite detenernos, encontrarnos y reponer fuerzas...
Fue Bertolt Brecht quien escribió que “habitar en un hotel significa concebir la vida como una novela”. Tal vez sea ese el motivo que ligue a los escritores con los hoteles con un lazo más estrecho y que, en un toque distintivo, los convierta en una especie de santuario literario, en algo más personal y significativo que una mera necesidad de tener donde retirarse durante el viaje. Algunos escritores buscaron a propósito rincones donde perderse a la búsqueda de un exotismo inspirador, como Rimbaud, Joseph Conrad o Agatha Christie. Para otros, sin embargo, fue vestíbulo de espera, tránsito más o menos temporal, refugio de encuentros y desencuentros, de soledad solitaria o compartida; incluso de etapa final...
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Agatha Christie descubrió Siria siguiendo a su marido, el arqueólogo Max Mallowan. Cuando llegó a la ciudad de Alepo, en el norte sirio, quedó cautivada por la historia de la ciudad más antigua del mundo que siempre ha estado habitada, y donde circula el dicho de que "un día pasado fuera de Alepo es un día que no cuenta en la vida". En los paseos de la escritora por el zoco de la ciudadela se fraguaron famosas obras: "Asesinato en Mesopotamia", "Cita con la muerte", "Intriga en Bagdad" o "Asesinato en el Orient Express". Se alojaba con su marido en el Hotel Baron, el mismo en el que también lo hizo Lawrence de Arabia, uno de los más lujosos de Alepo entonces, aunque hoy no tanto.
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En la habitación 510 del Hotel Sevilla Biltmore, Graham Greene hizo citarse a dos personajes de "Nuestro hombre en La Habana"; también en el Hotel Ambos Mundos de La Habana se alojaban Ernest Hemigway y Graham Greene: “Nos íbamos por el restaurante Floridita hacia los burdeles y la ruleta del casino”, recuerda Greene, quien también se basó en el Galle de Sri Lanka y en el Hotel Continental de Saigón, para los escenarios de su novela "El americano impasible".
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Francis Scott Fitzgerald se estableció en el Hotel Grove Park Inn, en Asheville, Carolina del Norte, donde además de entregarse a sus quehaceres de escritor, llegaba a beber hasta treinta cervezas al día. Fue en el Courtrai de Bruselas, donde el poeta francés, Paul Verlaine intentó matar a Arthur Rimbaud, su amante. En el Hotel Sommer Badenweiller, en Alemania, murió Antón Chéjov, pero antes pidió una copa de champán: “¡También lo pidió Oscar Wilde! Siempre he vivido por encima de mis posibilidades”, dijo.
El último viaje de Cesare Pavese tuvo lugar en el Hotel Roma de Turín, que siempre será recordado por su suicidio: “Perdono a todos y pido a todos que me perdonen”, dejó escrito en una tarjeta.
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¡ FELICES LECTURAS, AMIGOS/AS !
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9 comentarios
LeeTamargo -
SALUDANDO: LeeTamargo.-
Alberto -
Feli -
LeeTamargo -
LeeTamargo.-
juan -
LeeTamargo -
GRACIAS A TI: LeeTamargo.-
LeeTamargo -
LeeTamargo.-
Brisa -
Un besito de luz
Trini -
Un abrazo