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LEE TAMARGO

LEE AUTORES NUESTROS...

LEE AUTORES NUESTROS...

     Las letras hispanas se visten de gala con el ejemplo de estos tres autores: Mario Vargas Llosa, Felisberto Hernández y Alejo Carpentier. Nombres no faltan a nuestra rica literatura, encargados de elevarla a la más alta categoría. Pero por encima del lenguaje, sus estilos, los temas elegidos les convierten en muestras universales de este apasionante arte de escribir. Más allá de cualquier tipo de frontera, el idioma de la literatura nos une y, compartirlos, en cierto modo, les hace nuestros, convirtiéndose en un lujo su lectura: son autores nuestros...

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      Mario Vargas Llosa en "LITUMA EN LOS ANDES" nos sitúa en el escenario misterioso y mágico de las montañas peruanas. Allí, el cabo Lituma y Tomás Carreño, su adjunto, están destinados en un campamento minero, enfrentados a la amenaza constante de los guerrilleros de Sendero Luminoso. Con indudable maestría y un rico empleo de modismos locales, Vargas Llosa, intercala la historia de amor que el propio Tomasito narra a su cabo: después de asesinar de un tiro al jefe Chancho cuando maltrataba a su prostituta, no le queda otro remedio que huir con ella. Se había enamorado y quería casarse, pero Mercedes le abandona, una vez consiguió su nuevo salvoconducto.

  Se suceden las historias y creencias, propias de la mitología peruana, por boca de los nativos del lugar, en la cantina de Dionisio y de su esposa, la vieja india Adriana, con fama de bruja, que cuenta historias de inexplicables desapariciones. El cabo Lituma investiga los casos de los desaparecidos, así se entera del sentido de aquella costumbre que consistía en un sacrificio para ahuyentar la miseria de la región en que les sumían los espíritus.

 Al final, a Lituma le destinan a otro lugar, en otra misión; y Mercedes, la prostituta, regresa junto a Tomás Carreño, mientras Lituma baja al bar para dejarles celebrar el reencuentro a solas. En el bar descubre horrorizado el macabro ritual que los lugareños celebraban para alejar las desgracias de los espíritus y dioses de las montañas.

  Vargas Llosa aúna realidad y mitología en esta novela como sólo él sabe hacerlo, como ese maestro al que uno admira con motivos de sobra para idolatrar. Uno de los grandes, sin dudarlo.

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     "NADIE ENCENDÍA LAS LÁMPARAS", de Felisberto Hernández, es una recopilación de relatos breves que se enmarcan con rotunda autoridad dentro del género fantástico. Este pianista uruguayo fue todo un feliz descubrimiento para mí, hasta el punto de que, tras la reverencia inicial, uno se queda prendido de su magia única y genial. Felisberto, músico de profesión, nos sorprende con un estilo original, peculiar y propio; incluso la magia de las escalas musicales, de la armonía o la composición parecen adivinarse en la estructura de sus textos, donde la poesía en ocasiones inunda la atmósfera. Es el suyo un universo propio; sus historias irreales obedecen a leyes propias, únicas, establecidas por el autor, sólo conocidas por él. En sus relatos, a menudo, el protagonista bien pudiera ser él mismo, un pianista bohemio, que nos lleva de la mano del cambio o la sorpresa, convirtiéndonos en testigos de las situaciones más surrealistas o insospechadas. Si se pudiera leer la música -y no me refiero a las partituras- me quedaría con las melodías interpretadas por Felisberto Hernández.

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     "LOS PASOS PERDIDOS" es el diario de un músico cubano que Alejo Carpentier recrea durante un viaje en el Amazonas. Lo leí entre las idas y venidas en avión de mis reuniones de trabajo. Su lenguaje rico, denso, variado en el uso y en la forma, me ayudó a llenar aquellas horas de vuelo, concentrado, embelesado por el mismo paisaje que describe con profusión de detalles a orillas del Orinoco. La naturaleza se personifica para ofrecer su contraste radical con la gran urbe, con el tedio y rutina que propician el imperio de la mediocridad frente al de los sentidos. El protagonista nos cuenta, en primera persona, su viaje de New York hacia un país latinoamericano. Busca en ese viaje recuperar el sentido de su vida, hastiado del tiempo moderno que le ahoga y aburre. Su viaje es una búsqueda al encuentro de la cultura, pretende establecer una relación especial, única, casi perdida, pero ahora con sentido, en la cultura.

    Carpentier no puede ocultar la pasión que la música le provoca y lo deja notar en las abundantes referencias musicales; también son frecuentes las alusiones a la mitología griega, que le sirve de ejemplo y pretexto para contraponer y comparar mundos dispares, la modernidad y el origen primitivo, dos formas de vida y dos continentes, Europa y América.

 La prosa se engalana, apenas hay diálogos sino internos; apenas puntos y aparte. Desde las ciudades provincianas a la aldea de los indios guahibos o de los shirishanas, todo el texto forma parte de esa selva frondosa, americana, de mítica realidad, que le sirve a Carpentier para reivindicar la alegoría, el ritual del sueño, la magia, la imaginación y la vida como cultura frente a la rutina que hunde al hombre moderno en el ostracismo, enemigo temible del artista.  

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  ¡¡¡ Feliz verano en compañía de la lectura, amigos/as !!!

¡ GRACIAS A VOSOTROS/AS !

 

http://entrerenglones.blogspot.com

 

Leer a MEDARDO FRAILE

Leer a MEDARDO FRAILE

Acaba de cumplir 81 años, ya tiene cuentos nuevos y prepara un libro que rondará las 300 páginas, pero su editor le prohíbe desvelarlo. El maestro del cuento prepara su gran obra…

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    -Hay editores que viven del cuento y hay escritores, como usted, que viven por y para el cuento. ¿Un creador puede sobrevivir bajo el cuento?

-Yo diría más bien que hay editores que podían vivir, y dejar vivir, del cuento, y no lo hacen por falta de ideas o de sensibilidad. En cuanto al escritor ni sobrevive escribiéndolos ni sobremuere tampoco. Está destinado a que, en el mejor de los casos, dos, tres, cuatro cuentos suyos pasen de una antología a otra cuando Dios quiera. ¿Quién ha oído hablar del argentino Conrado Nalé Roxlo, que tiene cuentos tan extraordinarios como «Meridiano local»? Es un privilegio hacer lo que uno quiere y no me importa que mi posteridad sea más o menos sonora.

 -¿Escribir es obedecer al destino?

-Creo que sí. No he dejado de hacerlo desde los ocho años y, aunque también soy catedrático de Universidad, escritor es lo que he sido toda la vida. Por cierto que a los estudiantes les vendría muy bien que hubiera más escritores vivos en las Universidades, en vez de estar en ellas después de muertos.

 -¿Es usted un escritor de culto, como le definen sus discípulos?

-No. Ellos me ven así. Yo me he limitado a ser fiel a mí mismo y a hacer las cosas lo mejor que sé, sin permitirme nunca negligencias. (…)

 -Sus cuentos parten de la verdad de la gente, de lo que pasa por la calle, retratan una época. ¿Qué relato podría escribir sobre la época que vivimos en España de la que no es ajeno?

-Un cuento en que Democracia fuera una niña de cinco años, a la que sus padres -ella nació en España, de padres extranjeros poco de fiar (no griegos)-, la llevan a la escuela y luego al Instituto y a la Universidad y, aquella niña, ya una mujer sabia al salir de las aulas, impone su rectitud, su buena voluntad y la dignidad de su nombre, metiendo en la cárcel a sus padres, para empezar la limpia, y les prohíbe, en la prisión y fuera de ella, que, en ningún caso, usen su nombre -Democracia-, en función de comodín.

 -¿Qué le impulsó emigrar a Escocia?

-Deseaba irme de lector a una Universidad europea por un par de cursos. Llevaba ocho años dando clases en el Maeztu y, aunque literariamente me iba todo muy bien, pasé una temporada de hartura y neurastenia con ganas de acabar con las rutinas. Fuí a Asuntos Exteriores y allí me ofrecieron un lectorado en Monrovia. Les dije que no quería moscas. Me ofrecieron diez mil dólares por marcharme a Ohio de profesor y dije que prefería Europa. Surgió el lectorado de Southampton y me fui. Los tres primeros años me fascinó «the way of life» y el sueldo de los ingleses.De allí a Glasgow. Era una época poco atractiva, busqué una compañía grata, me casé y tuve una hija. En la Universidad ascendí y llegué a ser el primer catedrático de Español (Personal Professor) de esa Universidad, y el tiempo, mientras, galopaba sin piedad y sin freno. Nunca pensé irme de España, a la que llevo siempre conmigo. 

-Mientras en la España de los años 50 predominaba la novela, usted no transigió con modas ni con presiones de compañeros de viaje. ¿Se sintió como un llanero solitario?

-Hice teatro con éxito, pero ver la obra que has escrito en un escenario requiere las manos y las manazas de un batallón de gente y la obra, en realidad, es lo que menos importa, hasta la mismísima noche del estreno. Eso no me gustaba. Desde los 16 años había escrito «narraciones» que, según los que las conocían, eran muy personales. Un día me puse a trabajar en un cuento: «No sé lo que tú piensas». Estuve 15 días con él en el bolsillo, leyéndolo una y otra vez, quitando y poniendo, en el Ateneo, en los cafés, por donde quiera que iba. Y, una vez acabado, entusiasmó a varios plumíferos amigos. Un día, Sastre y yo nos fuimos a tomar chorizo a la brasa a una tabernita y me dijo: «¿Vas a hacer cuentos? Los cuentos parecen tener menos importancia y dan poco nombre y poco dinero al que los hace». «Eso no me importa», le dije. «Me gusta escribirlos y, además, no son fáciles de hacer». Ser un llanero solitario tiene cierta belleza... 

-¿Por qué sus cuentos están labrados con el cilicio en la mano y con un desprecio casi patológico a cualquier ingeniosidad a destiempo o cualquier blandenguería?

-Demos, una vez más, crédito a Borges. Él decía que, en el cuento, había que sacrificar lo superfluo en aras de la eficacia. Y, desde luego, el escritor que asoma la oreja, sin justificación alguna, en el relato que está escribiendo, por puro afán de protagonismo, para que el lector note que él está ahí, hará un mal cuento.

 -De usted se dice que es un «observador minucioso, tierno e incisivo» de la realidad, que luego transforma en irreal. Algunas voces le clasifican entre los «disidentes», otras le ven más como «un francotirador»... ¿Es un «Robin Hood» literario?

-Creo que soy más «francotirador» que disidente, aunque, tal y como está el mundo, quiero pensar que todos somos disidentes por lo menos una vez al día. No se puede estar de acuerdo con tanta mentira, tanto egoísmo y tanta bazofia politiquera pisoteando, con el mayor cinismo, la buena voluntad de muchos. En cuanto al robin (petirrojo) que vive en mi jardín, lo hace mejor que yo y me recreo en ver que es inimitable.

 -Coloque el punto y final a esta entrevista con un final de cuento...

-Llaman a la puerta. Bajo a abrir y no hay nadie. Oigo una lejana algarabía en las nubes y miro. Una bandada inmensa de pájaros se dirige al sur. No puedo irme con ellos, pero les doy las gracias por haberse acordado de mí cuando pasaban.

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  *(Extraído de Abc Cultural: TEXTO: ANTONIO ASTORGA ).-

http://entrerenglones.blogspot.com 

 

SON RELATOS PARA LEER

SON RELATOS PARA LEER

Gracias a este blog podréis leer cualquiera de mis poemas o relatos, pero también tendréis acceso a mi colección de narrativa brevedesde la página web “SON RELATOS”:

http://leerelato.blogspot.com

 

    En ella encontraréis los relatos que componen la casi totalidad de mi obra y que voy actualizando, a medida que renuevo con los últimos temas. También tenéis la opción de descargarlos en formato pdf para imprimir y leer con comodidad en:

http://sonrelatos.galeon.com/indicecoleccion.htm

 

 

 Mi primer libro de narrativa, pero segundo publicado en papel –después de “Escritos Para Vivir” (1998), de poesía-,  fue “Era Un Bosque”, en 2004; y el tercero –segundo de relatos breves- acaba de publicarse ahora, en el presente año, con el título de “A media Distancia”. Los podréis encontrar en el catálogo de la Editorial Letra Clara , a través de los teléfonos 

91 725 14 15 ó 91 356 67 00;
o de la dirección de correo electrónico:

libreria@letraclara.com

 

  Sed bienvenidos como siempre, amigos/as,

estáis invitados a una feliz jornada de lectura.

   

 

¡¡¡ GRACIAS A VOSOTROS/AS !!!

http://sonrelatos.galeon.com/miblog.html

Lee N A R R A T I V A S

Lee   N A R R A T I V A S

    Dentro de las oportunidades literarias que ofrece la red hay lugares que se ganan el sitio a pulso por su calidad, por un saber hacer, serio y riguroso, a la hora de compaginar arte con diversión, llave mágica que merece el mejor de los elogios, como lo es siempre el hecho de armonizar cultura y ocio. Ese es el logro de la revista NARRATIVAS que, en su segundo número, nos acerca a la Literatura con un surtido variado de relatos, ensayos y novedades editoriales. Visitarla es aprender; podéis leerla en:

http://www.revistanarrativas.com/

 

     Tanto Magda Díaz Morales como Carlos Manzano, los editores de este proyecto, aportan una visión viva del actual panorama literario, a la vez que ofrecen una oportunidad a los autores poco conocidos -que no desconocidos- para que sus obras puedan llegar a ese público inquieto, ávido de novedosa actualidad, interesado siempre por el momento presente de la narrativa en castellano. Entre tanto artículo de calidad han tenido a bien incluir uno de los relatos de mi último libro publicado "A Media Distancia" y que, desde aquí, agradezco. A Magda algunos/as la conoceréis de su página blog en “Apostillas literarias”. Es doctora en Literatura, académica del Instituto de Investigaciones Lingüístico Literarias de la Universidad Veracruzana, Vicepresidenta de la Asociación Mexicana de Semiótica Visual y del Espacio (AMSVE):

http://apostillasnotas.blogspot.com

 

 

Tan sólo nos queda animaros a continuar en esta línea y agradecer todo el trabajo

 y dedicación que presuponemos cuesta tan comprometida aventura.

 ¡Y buena suerte, por supuesto!  

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 ¡¡¡ GRACIAS Y SALUDOS, AMIGOS/AS !!! 

http://carlosmanzano.net/narrativas/narrativas02.pdf

 

OTROS LIBROS, MÁS LECTURAS...

OTROS LIBROS, MÁS LECTURAS...

   No existe lectura indispensable, si acaso alguna deja de serlo. Aunque cualquiera de estos ejemplos podría encajar a la perfección en ese tipo de literatura imprescindible: ”Bartleby el escribiente”, de Herman Melville; “La conjura de los necios”, de John Kennedy Toole y “El guardián entre el centeno”, de J.D. Salinger. Leerlos representa una experiencia única y obligada, un hito de referencia para entender y conocer por qué derroteros y hacia dónde se mueven las nubes de la panorámica literaria actual y de siempre

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        Herman Melville, el autor de "Moby Dick", sorprende con "BARTLEBY EL ESCRIBIENTE", otra de sus grandes obras, aunque de temática y estilo diferentes. Es la historia de un hombre que vive callado y aislado en su oficina. Su propio jefe es quien cuenta la historia, atraído por las características particulares de Bartleby, casi fascinado por el personaje, a pesar de hallarse acostumbrado a tratar a todo tipo de personas. El protagonista rompe la calma de lo cotidiano con su comportamiento alejado del compromiso. Merece la pena dedicarle unas horas a este puñado de páginas que se leen fácil. Un ejemplo de que una existencia singular también deja huellas.

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     En "LA CONJURA DE LOS NECIOS", John Kennedy Toole narra la historia de Ignatius J.Reilly, un joven incomprendido de treinta años que vive en casa con su madre y que pretende cambiar el mundo desde su habitación. A pesar del rechazo que le produce la sociedad, ha de salir a buscar trabajo en Nueva Orleans, ya que debe cubrir los gastos ocasionados por su madre al conducir ebria y provocar un accidente de circulación. La búsqueda de este primer empleo sin abandonar los modos propios de la agitación social conducirá a este antihéroe por las más disparatadas y divertidas situaciones.

   El lado caricaturesco de los personajes está exagerado, al igual que sus obsesiones y manías. Humor y desencanto vital se alternan para dar forma a esta crítica social. El lector se involucra y participa de los diferentes ángulos y perspectivas que los propios personajes emiten sobre ellos mismos, al tiempo que le obligan a meditar sobre la decadencia de la época y de la sociedad americana retratada. Una sociedad presionada por una atmósfera externa que la desgasta: la discriminación moral y el racismo, el capitalismo despiadado, la manipulación de ideas, los abusos e injusticias de la autoridad establecida son los temas candentes del momento.

   Cuando después nos enteramos de que, con esta obra, John Kennedy Toole consiguió el Premio Pulitzer, aunque fuera a título póstumo, nos parece entonces reconocerle tras la figura de ese extraño protagonista. Así fue, ante la imposibilidad de publicar la obra cuando terminó de escribirla acabó por suicidarse. Fue debido a la insistencia posterior de su madre que la obra se publicó y obtuvo el merecido galardón y reconocimiento. En definitiva, una lectura que engancha y sorprende desde el inicio, invitando a proseguir las aventuras de tan excéntrico personaje.

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     Ya desde los primeros renglones de "EL GUARDIÁN ENTRE EL CENTENO", Jerome David Salinger nos involucra con ese modo característico de contar, cercano y espontáneo, que enseguida nos atrapa. El protagonista es Holden Caulfield, un joven adolescente de clase acomodada, desatendido emocionalmente y en su educación por unos padres demasiado ocupados, que va a ser expulsado del instituto donde estudia y del que huye, hastiado y desilusionado. En su huída pasa una noche en un hotel, se enamora, visita a su hermana, conoce a otra gente, es decir, vive. Su escapada es una búsqueda de su identidad y le va a servir para descubrir la violencia, los vicios y aspectos más bajos del ser humano que, a la vez, van a ayudarle a madurar. Regresará con la experiencia adquirida como único bagaje con el que comenzar una nueva etapa en su vida.

   El autor narra la historia en primera persona, con un lenguaje directo y natural, muy fiel al que utilizan los jóvenes a esas edades. Y es aquí, a mi modo de ver, en este característico uso de la expresión, donde radica la clave principal para entender el éxito del libro: el descaro, la confusión, la rebeldía, son sentimientos por los que cualquier joven ha pasado y pasará en esta fase crucial de la vida. Una lectura, por tanto, en la que descubriremos puntos que nos son comunes y de la que no podremos mantenernos ajenos ni distantes.

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  ¡ Os deseo una feliz jornada de lectura, amigos/as !

¡¡¡ GRACIAS A VOSOTROS/AS !!!

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LEE Los Episodios de El Montañés

LEE  Los Episodios de El Montañés

   Los inicios en la lectura tienen ese aire de aventura que luego, con la práctica, intentamos revivir, tal que exploradores de emociones, cautivados por esa intensidad recién descubierta, que no nos defraudó. Los primeros recuerdos se remontan a aquellos tiempos de adolescencia, donde mundos nuevos se abren para enriquecer nuestra capacidad de imaginar. Ese era el impulso que me movía cuando escribí los episodios, sin premeditación; de forma espontánea, fueron sucediéndose ensamblados, aunque independientes, con sentido por sí solos, con la ilusión que impregna el espíritu joven de aventura. El personaje fue así cobrando forma y, por consideración a los ratos disfrutados, cuando llegó la época de Internet, terminé por dedicarle un lugar ganado a pulso entre mis primeros escritos. Un blog específico para “EL MONTAÑÉS”:

http://elmontanes.extreblog.com

  Además, no podía faltar el sitio web dedicado al personaje. Podréis acceder y leerle completo en la página de “El Montañés”:

http://elmontanes.galeon.com

 

 

    Como siempre, para quienes cuidamos el ambiente de la lectura, cabe la opción de descargar los textos en formato pdf y, de este modo, imprimirlos, para leer y disfrutar con más y mejor comodidad:

http://soncuadernos.galeon.com/elmontaneslupdf.pdf

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 ¡ Gracias a vosotros/as, por vuestra presencia, estáis invitados !  

¡¡¡ FELIZ LECTURA, AMIGOS/AS !!!

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OTRO CAPÍTULO DE EL MONTAÑÉS

OTRO CAPÍTULO DE EL MONTAÑÉS

    No era la primera vez que utilizaba el paso oriental, la antigua ruta que unía el norte asiático con los bosques americanos, pero sí lo era atravesarla en pleno invierno. Durante los últimos meses había compartido correrías con otro trampero lapón, un experimentado indígena que también acusó las ventajas de estar bien acompañado en épocas difíciles. La destreza con el cuchillo y la afinada puntería en el tiro les permitió sobrevivir en las duras condiciones que el temido invierno allí imponía. Además, los aires de guerra que asolaban la región creaban aún menores expectativas de futuro. Sin embargo, la oportunidad del negocio con los renos que surgió casualmente quedaba mermada si tenían que participar ambos, no daba para tanto y, allí, las oportunidades no podían desecharse, pues significaba errar el tiro.

   A la mañana siguiente le despertaron los disparos y el bullicio de las calles. En la choza no quedaba ni rastro del compañero ni de sus enseres. Había desaparecido y se había llevado también su caballo y silla incluída. El Montañés apretó con rabia el fusil con el que dormía y salió a la calle. El humo que levantaban los ataques y los saqueos entre la población obligaban a la huída inminente. Hubo de cruzar la frontera a pie, evitando los caminos donde se ocultaban los bandoleros prestos al pillaje. Tardó semanas en bordear montañas, días enteros en escalar sus riscos, hasta llegar por fin a los hielos. Mucho antes ya empezó a dejarse notar el frío. No fue difícil hacerse de un trineo, gracias a su habilidad con el hacha los leñadores no despreciaron la ayuda de un par de fuertes brazos voluntariosos.

   El paisaje ahora era blanco brillante por los cuatro costados y aún pudo toparse camino al gran lago con las pistas heladas, que hacían daño con solo mirarlas. En medio de una de ellas, desde la distancia, pudo reconocer a un viejo conocido... El hielo había cedido al paso del lapón que, hundido con el peso de toda su mercancía, tendía la mano desesperada en señal de auxilio. La gélida grieta ya se había tragado su trineo y parte de los perros. El Montañés no quiso mirar atrás, indiferente y distante, prosiguió su marcha adelante intentando eludir el borde lateral de la pista central. Ser compañero es una palabra muy seria y él era poco amigo de hablar en vano. Ni le importó ni acabó de ver cómo la mano rígida de su antiguo compañero se sumergió al tiempo que el último de los perros.

   Le observaron como a un loco a su llegada al campamento de Tsulum, el puesto más avanzado al norte. Nadie en su sano juicio recorrería en solitario la estepa congelada, por lo que su hazaña le granjeó la confianza de los guías. Después de un día de descanso se puso nuevamente en marcha acompañado esta vez de tres trineos, los de los guías que también se dirigían al estrecho. La travesía fue igualmente dura y los perros llegaron exhaustos a la otra margen. El siguiente tramo montañoso fue preciso hacerlo a caballo, pues había que recorrer los sinuosos senderos nevados entre la roca. Al reemprender el viaje, el celaje que iba cobrando la mañana no hacía augurar una fácil jornada y el cielo cobró el color oscuro del final de la tarde, como si no hubiera amanecido. Los guías miraron hacia arriba, en dirección de donde soplaba el viento helado, sin poder disimular el gesto de preocupación por el temporal que se cernía sobre los cuatro jinetes. De inmediato, una endiablada ventisca pareció adivinar sus temores y vino a sumarse a las complicaciones, impidiendo vislumbrar el camino que debían seguir delante suyo. Casi al borde del precipicio se detuvieron intentando hacerse entender mediante señas, era necesario resguardarse y esperar. Sin embargo, un tremendo estruendo irrumpió brusco, seguido de un imprevisto alud que arrollaba todo a su paso. Apenas hubo tiempo para maniobrar, la nieve se llevó de un golpe hombres y caballos confundidos en la nieve, sepultados en aquella muerte blanca. A El Montañés le sonrió mejor fortuna, la avalancha le hizo sobrevolar las copas del bosque que descansaban precipicio abajo y su cuerpo chocó contra las ramas de los árboles antes de caer al tapiz acolchado del frío suelo.

   No recobró el sentido hasta varios días después, en la tienda de la vieja india Gundira, que velaba el cuidado de sus heridas. Y todavía tardó más en articular palabra. Desconocía la lengua de los Shumsira, pero sobraban gestos para darse cuenta de que la hospitalidad que le regalaban obedecía a un precio previamente pactado. Durante la noche y cuando la vieja Gundira salía al poblado para atender las tareas del día, su nieta se acostaba junto al cuerpo entumecido de El Montañés y le daba calor. El trampero fue así recobrando fuerzas y pudo descubrir el oculto trato que la vieja perseguía. Su interés consistía en aprender la técnica de los nudos para las trampas y en especial para la pesca, se lo había visto hacer a los europeos. A El Montañés no le disgustó el trueque, lecho y alimento a cambio de trampas y pescado. Aunque aún mantenía un brazo en cabestrillo casi se divirtió mientras duraron la enseñanza y práctica de sus artimañas de trampero.

   Una mañana se desprendió de los vendajes que le habían atenazado el brazo, repuesto por el ungüento de la vieja india, liberado y dispuesto a utilizar ya ambas manos. Aquel hecho supuso, sin embargo, el fin de su placentera convalecencia. La vieja Gundira empuñó la lanza con una fiereza exagerada para su edad y, con la punta amenazándole el pecho, puso fin obligado a su estancia en el poblado. El Montañés se alejó a lomos de su montura, regalo de los indios Shumsira, una yegua cobriza a la que llamó Estrella, como a la primera que tuvo. Desde lo alto del cerro contempló el valle, el poblado descansaba en un remanso del río... No pudo despedirse de la joven india, sin duda, aquel hubiera sido un buen lugar para vivir.

   Todavía cabalgó las orillas de las selvas que se adentraban al interior y, hacia el sur, descendió los rápidos alternando canoa y montura. El horizonte de polvo le confirmó que ya andaba cerca de las ciudades. Le hablaron de las minas que daban oro, de la riqueza que brotaba virgen de la tierra y, así, tuvo ocasión de cruzar la gran llanura desértica por los tortuosos caminos del ferrocarril. Para alcanzar el altiplano, no obstante, aún quedaba algo más que un largo trecho.

   ...El Montañés se recostó en el asiento del vagón, el sombrero le caía en el rostro, casi le cubría el mentón. En el hueco de su antebrazo, el fusil. Y con las manos entrelazadas sobre el pecho tarareó una tonada... Sí, era la primera vez que se oía a sí mismo en mucho tiempo.

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*”Episodios Sueltos De Una Leyenda Incompleta”, (c) Luis Tamargo.-

http://soncuadernos.galeon.com/elmontanespdf.pdf

 

LEER Y RELEER...

LEER Y RELEER...

   De alguna manera releer es volver a vivir. Ahora que se cumplen dos años de blog es el momento apropiado para hacer un alto en el camino y sopesar lo andado y leído, antes de emprender viaje. Cuando leí estos libros apenas era un adolescente en crecimiento que no alcanzaba aún los veinte años. Pero sí, de alguna manera, al retrotraerme años atrás, me ha embargado la misma inquietud, recuerdos, aromas, sensaciones que, escondidas entre los renglones y rincones de sus páginas, parecen revivir para hacerse reales, cómplices de unos momentos de intensidad que ya son familiares. Es la magia de la lectura, son momentos nuestros...

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     En "EL VIEJO Y EL MAR", Ernest Hemingway nos cuenta la historia de Santiago, un viejo pescador de Cojimar, pueblo costero próximo a La Habana que, un día, sale de pesca y entabla una lucha feroz con un gran pez espada. Hemingway despliega su honda sensibilidad al describir la dureza de la soledad y del contacto entre el hombre y la naturaleza. Su estilo lacónico, de clara expresividad, inunda la lectura de vivas imágenes visuales. A través del viejo pescador nos acerca a una realidad, la del hombre en la lucha frente a la vida: el sentimiento de la muerte, las frustaciones, desengaños, los desafíos, la valentía, el deseo de superación, la voluntad, el triunfo... Es un canto a las ganas de vivir, de triunfar, de la voluntad sobre la adversidad y, aunque se pierda la batalla, al final, la derrota se torna lección de vida. Una bonita historia, en definitiva, que le valió el reconocimiento del premio Nobel.

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    A caballo entre la literatura y el periodismo, Truman Capote escribió "A SANGRE FRÍA" como una novela basada en hechos reales, pero donde la imaginación campeaba libre. Narra el asesinato de los cuatro miembros de la familia Clutter, muy respetados en Holcomb, próspera población de Kansas. Lo desproporcionado del crimen, la falta de móviles y de pruebas conmocionan al país entero y al pueblo, que ve alterada su cotidiana calma por la invasión repentina de policías y periodistas. Capote nos cuenta cómo dos presos planean el crimen desde la cárcel, por boca de otro preso que trabajó allí; de este modo, se enteran que los Clutter guardan una caja fuerte con una gran cantidad de dinero. Al salir en libertad condicional les asaltan, pero no encuentran el dinero. Sin embargo, antes de huir, les atan a cada uno en una habitación y les disparan un tiro en la cabeza. La policía investiga y, delatados por el otro preso de la cárcel, acaba por detenerles en Las Vegas. Dick y Perry confiesan su culpabilidad y son condenados a la pena capital.

  Capote alterna los recursos literarios y periodísticos con técnicas cinematográficas para caracterizar a unos personajes que retrata al detalle, hasta conseguir conocerlos, familiarizarse y sentir lástima por ellos. Tras una dura infancia y una vida desordenada, son condenados a morir por la misma sociedad de la que eran víctimas. El tema de la pena de muerte toma el primer plano de la actualidad e invita a la reflexión de si las cárceles solucionan o empeoran así los problemas sociales.

  Poco imaginó Capote, cuando el periódico para el que trabajaba le envió a cubrir esta noticia, que el caso le interesaría hasta tal punto que de las entrevistas con los asesinos surgiría una amistad que le hizo identificarse con ellos; es sabido que incluso lloró después de su ejecución. Había escuchado sus confesiones, conocía sus miedos, preocupaciones y sentimientos casi como a sí mismo. Aquel dilema moral, al que se sumó un empeoramiento de sus problemas personales, le acompañó desde entonces hasta su muerte, ocurrida algunos años después.

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    Jhon Steinbeck en “AL ESTE DEL EDÉN” nos cuenta la historia de dos familias norteamericanas, los Trask y los Hamilton, y la sucesión de las tres generaciones que vivieron el período de tiempo que va desde la guerra de secesión hasta la primera guerra mundial. Steinbeck atrapa con una trama bien elaborada, que obliga al análisis y reflexión del lector. Nos presenta al ciudadano norteamericano que forjó el país actual en el que vive y que conoce a la perfección. El autor se revela un profundo conocedor de sus gentes, al mostrarnos al prototipo de trabajador responsable y religioso, en medio de sus alegrías y penalidades, a la vez que subraya ese carácter íntegro frente a la adversidad. En este retrato de la vida misma, podría afirmarse que el amor y el odio son los ejes de la novela y que los personajes, tratados con singular atractivo, ayudan a entretejer una historia donde tienen cabida filosofía y conciencia en razonable y equilibrada conjunción. Sin duda, la lectura de otro premio Nobel que suscitará el interés desde el principio, de forma gradual, lo que la hace de lo más recomendable.

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   ¡Tan sólo desearos una feliz jornada en compañía de la lectura, amigos/as ¡

 ¡¡¡ GRACIAS A VOSOTROS/AS !!!

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